sábado, 30 de octubre de 2010

DIOS TE SALVE FUTBOL SAGRADO

Por alguna razón, el patriotismo y el fútbol están íntimamente ligados cuando se es salvadoreño.  Nunca, ni en el mismo 15 de septiembre, se canta el himno o se visten los colores nacionales con tanto orgullo y devoción, como se hace en el Monumental Estadio Cuscatlán  el día de un partido de la Selección.  Y seamos honestos, cuando viene México, hasta en el ejército nos enlistaríamos para declararles la guerra.

Quizás es porque como salvadoreños no tenemos muchas cosas de las que nos sintamos orgullosos, o quizás, es porque no son muchas las ocasiones en las que, con todas nuestras diferencias, los salvadoreños nos sintamos unidos… hermanos.

Esa intimidad entre el patriotismo y el fútbol, es lo que hace que sea importante el que el balompié de nuestro país mejore y salga de la asqueroso sótano en el que se encuentra.  A diferencia de muchas cosas de tiempos pasados, como la guerra por mencionar una, el fútbol nacional es algo para lo que si dan ganas de regresar en el tiempo.  ¿Quién no quisiera volver a ver jugar a futbolistas del calibre del Pelé Zapata, Paco Jóvel, el Pájaro Hueso, la Chelona Rodríguez o Jorge Gónzalez?  Eso no solo era fútbol, era un magistral despliegue de magia que, domingo a domingo en los estadios y canchas de nuestro país, se transformaba en la felicidad de todo un pueblo que estallaba gritando goles de gran factura.

El fútbol se transformaba en felicidad por una sencilla razón:  era bueno.  Tan bueno como para exportarlo.  Tan bueno, como para ir a Copas del Mundo y poner a toda Centroamérica en la palestra mundial.  Tan bueno como para que veinte, treinta o incluso cuarenta años después, lo sigamos extrañando y añorando.

Es imposible no preguntarse ¿qué le pasó al fútbol nacional?  ¡Uf!  Muchas cosas.  No sabría ni por donde empezar.  Hay razones obvias, y otras un tanto más complejas. Por eso es que creo que es mejor preguntarse, antes de empezar una cacería de brujas sin sentido que nada remediaría, ¿qué hacemos hoy para mejorarlo?

Creo que todos pecamos con frecuencia de sabelotodos y señalamos con una gran facilidad las cosas que están mal.  Le echamos la culpa generalmente a los dirigentes.  Pero por supuesto, nunca pueden faltar los técnicos, la prensa, el gobierno, la empresa privada y por supuesto, al final, también putiamos a los jugadores.  Pero ojo con una cosa, estoy completamente seguro que si fuéramos cualquiera de estos grupos recién mencionados, además de echarle la culpa a todos los demás, también culpáramos a alguien que desde la grada, nunca creemos que tiene responsabilidad alguna:  la afición.

¿Quién tiene la razón entonces?  Pues bien, si me preguntan a mi, creo que todos.  Porque el problema de que el fútbol salvadoreño haya pasado de ser un motivo de orgullo a ser algo que intentamos ignorar, es de todos los que estamos alrededor de este deporte que tanto amamos.

Vayamos por partes.

En épocas anteriores, los dirigentes del fútbol nacional eran personajes que tenían vocación.  Eran personas públicas, reconocidas en el ámbito social y/o empresarial y además, muy importante, tenían plata.  Ahora, en cambio, muchas de las personas que se meten al fútbol nacional lo hacen con la misma intención con la que muchos se meten a la política.  Lo que buscan es ser personas públicas, que los reconozcan y por sobretodo, hacerse de plata.  Eso no es tener vocación, eso es perseguir intereses sucios individuales a costillas de arruinar el pasatiempo favorito de todo un país.  Eso es pisotear el orgullo nacional y arruinar la poca o única ilusión que muchos compatriotas tienen.  En mi libro, eso es como trapiar con la bandera nacional o como ver a un salvadoreño cantando el himno de México.  Ser un dirigente corrupto, es antisalvadoreño, un insulto a nuestra historia.  Por ahí hay que empezar.  Hay que acercar a gente de bien al fútbol.  Y ahí, es donde puede hacer algo el gobierno.

¿Qué pasara si el gobierno ofreciera beneficios fiscales a las empresas o personas que patrocinaran o ayudaran de alguna forma al fútbol nacional?  Si yo tuviera una empresa, preferiría gastarme parte del dinero destinado al marketing y a la publicidad donde me saliera mejor en cuanto a la relación costo/beneficio.  Sería absurdo pedir que el gobierno sacara de sus arcas dinero para destinarlo al fútbol.  Estoy consciente de que esta fuera una acción fuertemente criticada, ya que no somos un país europeo sin deuda externa y con superávit como para que nos podamos dar el lujo de ver como mejoramos la diversión del pueblo.   Sin embargo, si creo que el gobierno pudiera dejar de percibir un par de dólares a cambio de estimular la economía a través de la reactivación del fútbol, cosa que beneficiaría económicamente al país en todos los niveles.  Si el fútbol nacional fuera digno y respetable, se beneficiarían desde los restauranteros, hasta los vendedores informales afuera de los estadios.  Y en medio de los dos están la venta de camisetas, indumentaria deportiva, promocionales, televisión, periódicos, revistas especializadas y muchos otros negocios que a mayores ganancias, pagarían más impuestos al gobierno.  Más, de lo que el gobierno dejara de percibir dando los beneficios fiscales a los que colaboran al fútbol.  Para que esto suceda, tenemos que enamorarnos todos del fútbol, tenemos que desearlo, ansiarlo y saborearlo toda la semana.  Eso depende de la prensa.

La prensa en El Salvador no es del todo mala.  Hay periodistas excepcionalmente buenos, como desgraciadamente, hay otros que son una verdadera basura.  Algunos, expresan y nos dicen lo que verdaderamente piensan, ven u opinan, mientras otros, escriben o dicen lo que les pagan por contarnos.   Algunos son estudiados, verdaderos profesionales que enriquecen nuestra experiencia alrededor del fútbol… mientras que con otros, es como estar escuchando la discusión de la mesa de al lado en el Macondo.

Pero el problema no está realmente en que si los periodistas son o no corruptos o profesionales.  Pasa más por el hecho que éstos, más que solo informar, tienen que cautivarnos y hacernos desear  ver fútbol.   Tiene que haber ilusión para cada fin de semana.  Los periodistas tienen que colaborar en despertarnos el morbo y la pasión alrededor del balompié.  Solo la prensa puede calentar un clásico, o inventarlo.  Ellos tienen que señalar lo que está mal, claro, pero también tienen que aplaudir lo que está bien.  Solo ellos nos pueden ayudar a contagiar el optimismo, pero tienen mucho que mejorar, ¿y lo demás?  Lo demás corre por parte nuestra, la afición.

Como aficionados, somos los culpables de muchos de los males que agobian actualmente a nuestro fútbol.  ¿Por qué?  ¡Porque nosotros lo hemos descuidado!  ¿Acaso a un amigo nuestro si anduviera en malos pasos le diéramos la espalda?  ¡Hay que tenderle la mano!  Cuando más mal está alguien, es cuando más lo tenemos que apoyar, es cuando más nos necesita, y el fútbol, no es un algo, es un alguien que vive entre nosotros y al que no podemos abandonar.

Sería completamente ridículo y absurdo decir que es mejor nuestra liga que la liga española, la inglesa o la italiana.  Pero es más ridículo y hasta estúpido, que nos pongamos con orgullo la camisa de un club de un país donde probablemente no saben ni donde queda El Salvador.  Aprendamos a valorar lo nuestro.  Recuperemos nuestra identidad y sintámonos orgullosos de lo que somos y de lo que tenemos.   Es poco, sí, pero es solo nuestro, y no le pertenece a nadie más que a nosotros mismos.

Quizás ninguno de nuestros equipos va a alcanzar jamás el tiqui-taca del Barça… quizás ninguno de nuestros estadios va a ser jamás como Wembley… pero ni los españoles van a tener los huevos y el corazón de un salvadoreño, ni los ingleses van a tener un estadio que ahogue el sonido de las balas con cantos de gol en medio de una guerra.  Y por sobretodo, ningún país del mundo entero, jamás va a tener una bandera con el DIOS UNION LIBERTAD impreso en letras doradas sobre una franja blanca, en medio de dos azules.

Señores, nacimos en este país, y estoy seguro que eso no lo cambiaríamos por nada.  Solo les pido que cuando piensen en fútbol,  recuerden ese sentimiento que electrifica todos los pelos de nuestro cuerpo al ver saltar a la cancha a 11 de los nuestros vestidos del color del cielo.  Recuerden como comienza nuestro himno, y saludemos la patria orgullosos cuando veamos todas las banderas de EL SALVADOR desplegadas alrededor del Cuscatlán cuando suenan las notas de nuestro himno.  Recuerden que somos salvadoreños, y que no hay obstáculo que jamás nos haya detenido.  Guardemos ese sentimiento, y llevémoslo al estadio.  Les juro, que el fútbol encontrará la manera de hacernos sentir orgullosos, si nosotros llegamos al estadio, ya estando orgullosos de ser salvadoreños.