sábado, 20 de octubre de 2012

ME LLAMO SELECTA ¿QUIEN SOY?


La Selecta, ese equipo que todos sentimos propio, volvió a tropezar en un proceso eliminatorio.  Otra vez la misma historia.  La regada es que cuando se tropieza la Selecta, los que se golpean, raspan y hasta se fracturan, somos nosotros los aficionados y no los directamente responsables.

Como afición y como país, estamos hechos leña, dolidos, ardidos, frustrados y claro, encachimbadísimos.  Y es que puta, ya son 30 años, 8 procesos eliminatorios, y no se cuantos millones de sueños que terminan igual, con El Salvador eliminado de un Mundial, y con unos pocos beneficiados de los múltiples fracasos.  Hasta ahí, ningún secreto ni nada nuevo.

Escuchando diferentes programas de radio y programas de TV, leyendo unas cuantas docenas de blogs, artículos de prensa y hasta tweets de fanáticos y/o periodistas, me doy cuenta que a los que nos gusta esto del fútbol, podemos hablar de poco más que de los problemas y las soluciones alrededor de nuestro balompié.  Tanto así, que otros problemas del país pasan a segundo o hasta a tercer plano.

Se escucha y se lee de todo un poco.  Pero casi todo se resume en dos principales corrientes de pensamiento, la de los bomberos y las de los fumigadores.

Los bomberos son los que creen que lo que tenemos en nuestro fut es un incendio y hay que apagarlo.  Son más cortoplacistas y creen que poniendo un mejor técnico o volviendo a traer a de los Cobos, la Selecta va a empezar a jugar mejor, y así, como por arte de magia, se nos va a dar un milagro como contra Panamá y vamos a clasificar a un Mundial.  Los fumigadores, son los que creen que el problema es crónico y que hay que hacer un exterminio de todo y todos en nuestro fútbol.  Piensan que hay que empezar desde cero, apelar a la paciencia y al buen trabajo en las bases, y así, con el tiempo, todo va a mejorar y eventualmente vamos a ir a un Mundial.  Solo en eso coinciden ambas corrientes, en el objetivo.  Por lo menos ahí hay un punto en común.

En lo personal, yo creo que el problema que tiene nuestra Selecta es más sencillo, pero a la vez más complicado.  No tenemos identidad futbolística.  Somos un país con carácter, con personalidad y que tiene huevos de sobra. También tenemos bien claro el objetivo de nuestro fútbol:  llegar a una Copa del Mundo.  Lo que no tenemos claro es a qué jugamos.

Todos a los que nos gusta el fútbol sabemos que Italia juega al “Catenaccio”, que Brasil tiene su “Jogo Bonito”, que España tiene su “Tika-Taka”, Inglaterra tiene su juego vertical y contragolpeador, Alemania tiene su juego físico y estructurado… ¿y nosotros?

Nosotros dependemos del técnico de turno o de la estrella espontánea del momento para determinar qué equipo vamos a ser.  Eso nos obliga a trabajar a corto plazo, sin una visión constante o consistente a través del tiempo.  Si no sabemos a que jugamos ¿cómo vas a saber, aunque trabajemos las bases, que tipo de jugadores queremos formar? 

Se explica mejor con un ejemplo, miremos a la Masía, el fútbol base del Barça.  Desde las infantiles, los niños ahí juegan al miso 4-3-3 que utiliza el equipo mayor.  Así, los bichitos que van subiendo, van mejorando año con año, pero dentro de un sistema táctico predeterminado.  El talento nato se moldea y se canalice para que funcione dentro de lo que se necesita según una filosofía y una identidad ya existentes.

Una de las preguntas más recurrentes que escucho de la gente es ¿Qué técnico necesita la Selecta?  Pero responder esa pregunta, en mi opinión personal, sería irresponsable.  Primero, hay que contestar otra pregunta: ¿a qué queremos que juegue la Selecta?

Para darme a entender mejor, hagamos una analogía.  No podemos decir que carro es mejor usar, si no sabemos adonde vamos.  Por ejemplo, nadie duda de la calidad ingenieril, casi artística de un Ferrari, pero ¿de qué sirve un Ferrari en un calle de polvo? Una carreta halada por bueyes caminaría más rápido en una calle rural, que un F50 de $750,000 dólares.  ¿Cómo se viera una carreta halada por bueyes en el Autobahn alemán? y ¿un convertible en Londres, donde llueve todo el año?

Esto del fútbol debe de entenderse como una empresa, y no hablo en términos económicos o financieros (aunque nos guste o no, el futbol es negocio).  Ninguna empresa exitosa a través del tiempo puede ser relevante sin tener una visión y una misión como compañía.   Para resumirlo, entendamos por visión, lo que queremos ser dentro de 25 años.  Entendamos por misión, lo que nos levantamos a hacer todos los días para alcanzar la visión.

Una vez definamos eso Y LO PUBLIQUEMOS, los directivos podrán tomar decisiones apuntando hacia una serie de objetivos, que al publicarse se vuelven compromisos, de largo plazo.  La prensa podrá denunciar las acciones de la dirección que persigan intereses personales y que no estén alineados con la Misión y Visión que los directivos dieron a conocer.  ¿Y los aficionados?  Nosotros podremos tener la esperanza de que todos están remando en la misma dirección, mientras también asumimos la responsabilidad de que, como opinión pública, ¡tenemos el poder de exigir porque somos los jefes de TODOS los demás!

En fin, la mía es sola una opinión más.  Al menos de desahogo me sirvió el dejarlo escrita.  Eso sí, lo único que está claro, es que también de ésta nos vamos a levantar.  ¿Por qué?  Porque somos salvadoreños y sabemos que no queda de otra.  Porque tenemos los huevos de acero.  Porque aunque nos falten razones, jamás nos faltarán ilusiones.